No sabemos si la voz de Aloma está presente, si es auto-ficción o ensoñación, pero sí que el ejercicio de humor negro la aleja de la persona y nos lleva al mejor personaje, semilla de una pícara despistada con un calentón, siempre con la familia cerca, como en una rima consonante («se cayó el Muro de Berlín/y yo conocí al Mago Merlín»). Natural como la vida misma.